sábado, 31 de mayo de 2008

Habitación 304




Después de meses sin vernos recibí un mail:
“Habitación 304 una habitación de hotel…ropa sexy…un antifaz…”

Poco después hablábamos por messenger :

Jaime: - Había pensado reservar una habitación, preparar una botella de champagne y divertirnos toda la noche.

Yo ya tenía un plan más o menos preparado por lo que desvié sus intenciones de encontrarnos en un hotel y le insistí en que mejor podríamos cenar antes e ir contándonos lo que nos había ocurrido en este tiempo, después ya planearíamos el resto de la noche.


Nyeri - Reservo una habitación?
Jaime: - No sé, a ti que te apetece?
Nyeri: - A mí me apetece no preparar nada.
Jaime: - Pues no preparemos nada.
Nyeri; - Ir con restaurante y hotel es demasiado planear la noche, no crees?
Jaime: - Me parece perfecto, contigo uno no sabe donde puede terminar.


El tiempo que había transcurrido no había hecho nada más que acrecentar nuestro deseo por desatar la pasión que habíamos compartido tiempo atrás.
Poco después Jaime tenía la reserva hecha. Necesitaba saber a qué restaurante iríamos e insistía para averiguarlo.


Nyeri: - Dime, dónde me vas a llevar?
Jaime: - Dónde te llevaré....? al éxtasis...
Nyeri: - Jajaja y antes de eso?
Jaime: - Sorpresa!!
Nyeri: - Jooooo
Jaime: - No tengas prisa por desvelar los detalles.


No pude insistir más, así que corrí el riesgo de preparar la sorpresa sin saber dónde cenaríamos.
Llegó el día, estaba todo preparado. Me dirigí a la dirección que me había dado en el último minuto, casualmente acerté dejándome llevar por mi intuición, el restaurante estaba en la zona que había previsto.

Al entrar nos dimos un beso largo y efusivo, los dos teníamos ganas de vernos y ahora estábamos allí, la noche era nuestra y el juego acababa de empezar.

Tardaron un rato en atender nuestra reserva, por lo que tuvimos tiempo de acercarnos, tocarnos, besarnos y calentarnos antes de que tuviésemos que ocupar cada uno un extremo de la mesa.
Nos habían situado a la entrada del restaurante, cosa que complicaba mis planes, pero se me ocurrió hacer un pequeño cambio de estrategia que al final resultó acertado.

Comenzamos a charlar sobre lo que habíamos vivido durante el tiempo sin vernos,
Tras ponernos al día sobre esos meses sin noticias empezamos a recordar nuestras dos citas anteriores, desde luego la primera dejó buen sabor de boca y la recordábamos de una manera muy especial y, sobre todo, muy morbosa.

La cena continuó entre risas, confesiones, recuerdos, deseos….hasta que llegamos al postre y yo me retiré para ir al aseo. Sólo era un pretexto para hacer una llamada, tenía que salir de allí y la posibilidad de escapar con la excusa de ir al baño era imposible. Volví a la mesa y antes de que trajeran el postre sonó el teléfono, colgué, pero a los dos minutos sonó de nuevo y esta vez lo cogí, contesté con monosílabos. A la tercera llamada le dije a Jaime que salía a hablar porque, si no, no me dejarían en paz.

Salí a la calle, subí al coche y me fui de allí.

A los pocos minutos Jaime recibió un sobre de manos del camarero. Dentro había una llave y la tarjeta de un hotel con una nota: “Te espero”

Oí como la puerta de la habitación se abría, yo estaba sobre la cama, llevaba un corpiño, medias de liga, estaba esposada y un antifaz me tapaba los ojos. La luz era tenue, la habitación estaba iluminada por una pequeña vela aromática y una mezcla de excitación, nerviosismo, expectación y deseo se respiraba en el ambiente.






Intuía sus movimientos por el poco ruido que hacía al moverse. Un pequeño hueco en el antifaz me permitía ver su sombra cuando pasaba delante de mí, cosa que, creo, me tranquilizaba. Se acercó despacio, rodeaba la cama y me observaba, no hacía nada, no me tocaba, no hablaba. Yo me inquietaba, necesitaba una reacción por su parte.

Se sentó en el borde de la cama noté como su mano acariciaba mi pierna, pero no continuó, se volvió a levantar y se fue al otro extremo, donde recorrió mi brazo con sus dedos, se acercaba a besarme y lo único que hacía era rozar mis labios, así estuvo jugando conmigo un rato, me hacía sufrir, me desesperaba, hasta que ya no pude más.

- Por favor, quítame el antifaz.

No contestó, sólo emitió un sonido con el que entendí una negación. Yo insistí:

- Quítamelo, quiero verte! Por favor…deja que te vea.

No contestaba. Seguía con su juego, admiraba su trofeo y pensaba qué hacer con él.

Se levantó de la cama, oí como se quitaba el cinturón, como caían sus pantalones al suelo y volvió a jugar conmigo.
Ahora estaba encima de mí y frotaba su cuerpo contra el mío, yo le pedí que me quitase las esposas, le dije que quería tocarle que ya no podía más, pero él deseaba tenerme así, quería que mi excitación me llevase al límite y lo estaba consiguiendo.

Se sacó la polla y me la metió en la boca, la restregaba por mi cara y yo estallé:

- Dame tu polla, quiero comértela!
- Desátame! Quiero tocarte!
- Cabrón! No sigas haciéndome esto, quiero follarte!

Me quitó las esposas y yo agarré su polla metiéndomela en la boca con ansia, se la comía con ganas. Me había hecho esperar, había jugado con mi deseo y ahora yo quería mi premio.

Me deshice del antifaz y le miré a los ojos desafiante. Quería que supiese que ahora me tocaba a mí e iba a coger las riendas.

Nada más lejos! Jaime me agarró las piernas, tiró hacia abajo de ellas, las abrió y me penetro bruscamente. Yo quería llevar el control de la situación, pero estaba totalmente entregada, me dejaba hacer y no me resistí.
Se movía encima, me metía la polla cada vez más fuerte, me hacia daño, pero no me quejaba, el dolor se convertía en placer cuando salía de mi boca.

Le rogué que me dejara follarle, él se tumbó y yo me subí encima, me volvía loca tener a Jaime a mi disposición y aproveché para moverme a mi antojo. Veía como gemía, como se retorcía, como su placer se hacía más intenso y antes de que su orgasmo llegase me retiré para meterme su polla en la boca, la recorría con la lengua, la chupaba, la mordía y continué hasta que conseguí mi regalo.

No pasó un minuto cuando ya le tenía encima otra vez, me estaba follando. Abría mis piernas para sentir su polla más dentro de mí y me moría de placer…..pero quería alargar el momento.

Había llevado mi juguete favorito, un vibrador que me encanta por su suavidad y su gran tamaño, aunque Jaime no tenía nada que envidiar a ese artilugio.
Le pedí que me lo metiera y él obedeció, cogió el aparato, miró a su adversario durante unos segundos y lo introdujo con facilidad en mi coño. Mi excitación hacía que resbalase y cada vez que entraba y salía yo acompañaba los movimientos que él dirigía con destreza.


Acercó su boca y lamió mi clítoris haciéndome emitir gemidos cada vez más fuertes, cada vez más continuos. Sacó el vibrador y metió sus dedos, primero sólo uno, luego dos y mientras, saboreaba mi sexo. Poco después mi cuerpo se agitaba, se retorcía y estallaba en el tan esperado orgasmo.

Durante el resto de la noche seguimos jugando, hablando y al amanecer nos quedamos dormidos.

Por la mañana tomábamos un café mientras le contaba cómo se había preparado la sorpresa, los detalles, los imprevistos….Todo.

Me respondió:

- Estáis locos!!!!!

Sí, estáis! Porque en cuanto llegué a casa llamé a mi cómplice.
Él me habia ayudado a prepararlo todo.
Llevó lo necesario al hotel, y mientras nosotros cenábamos él dejaba todo listo para cuando Jaime llegase.
Entregó el sobre al camarero dándole las indicaciones oportunas, me recogió cuando salí del restaurante para llevarme al hotel, esposarme, vendarme y dejar la iluminación deseada.
Esperó un rato sentado en la recepción para cerciorarse de que todo iba bien.
Y en cuanto recibió a la mañana siguiente, mi llamada se puso en camino para recogerme y llevarme a su casa.


Ese fin de semana quería cuidarme, estaba agotada después de una larga noche de sexo y así se aseguraba mi descanso.


Hicimos una compra rápida al llegar, alquilamos un par de películas y después de unas horas de descanso y confesiones nos pusimos a hacer la cena, una cena que se retrasó más de lo esperado…

A veces, compartes morbo, sexo, fantasías, risas y confidencias con otras personas. En ese momento disfrutas cada segundo, pero sentir que tienes a alguien especial, alguien que te cuida, que te quiere, que alimenta tu imaginación, que te agita y te calma. Sentir todo eso hace que le entregues….tu mejor regalo.