domingo, 27 de abril de 2008

Inquietudes, deseos y curiosidad.



Nos conocimos este verano, la curiosidad por vernos se despertó desde el primer momento, por eso, en la primera conversación por messenger decidimos no alargarlo más y quedar esa misma semana.

Los dos habíamos hablado de nuestras fantasías, experiencias y del deseo de conocer el ambiente swinger, pero pactamos pasar una velada sin hacer planes y dejándonos llevar según fuera pasando la noche.

Cuando llegué al restaurante, él estaba en la barra, entré, nos dimos dos besos y pensé: Mmmm es guapo!

Durante la cena charlamos sobre sus viajes por todo el mundo, hobbies y poco a poco empezamos a hablar sobre relaciones , inquietudes, deseos y nuestra curiosidad por conocer algún local liberal.

Sin pensarlo más decidimos ir a Talismán, nos dirigimos allí, entramos, nos enseñaron cada sala y pedimos una copa. Cambiábamos impresiones sobre qué nos parecía el ambiente, las instalaciones, la música... y en ese instante él se echó sobre mí devorándome a besos. Me sorprendió un poco esa reacción tan brusca pero me dejé llevar, realmente lo deseaba tanto como él.

Me subí encima, le desabroché la camisa y descubrí un torso atlético y totalmente depilado, en ese momento sólo quería lamer cada centímetro de su piel, poseer ese cuerpo que me estaba volviendo loca, salvaje, viciosa....

Nos besábamos y nos tocábamos de una manera casi violenta, retirábamos la ropa que nos impedía alcanzar nuestra meta casi arrancándola y acabamos tumbados en los asientos buscando desesperadamente la prueba de que el deseo estaba latente.

En pleno éxtasis se nos acercó una pareja invitándonos a acompañarles al cuarto oscuro. Jaime les dijo que nos acabábamos de conocer y nos apetecía conocernos algo más. Yo les comenté que éramos novatos y que ese era nuestro primer local. Empezamos a charlar y el chico nos explicó como funcionaban los locales, cual era la manera de intentar el intercambio con otras parejas y más o menos el protocolo que se suele seguir. Después de tomarnos una copa los cuatro, ellos se retiraron al cuarto oscuro y nosotros continuamos con lo que habíamos dejado pendiente.

Seguimos besándonos, tocándonos y poco a poco volviendo a la excitación que casi habíamos perdido tras la conversación con la pareja.
Tras recuperarla decidimos dejar las cosas en la taquilla para estar más cómodos y poder desatar nuestra pasión sin que nada nos la pudiese perturbar.
Cuando nos disponíamos a subir a la última planta para acomodarnos en una cama, decidí hacer un alto en la escalera y le dije:

- Quiero comértela aquí.

Él no opuso resistencia y yo empecé a cumplir mis deseos bajándole un poco el pantalón hasta poder tener su polla a mi alcance y, acto seguido, pasar mi lengua por su miembro completamente excitado.
La situación me resultaba tan morbosa que me hubiese gustado empezar y terminar allí mismo. El deseo de poseerle se habia acumulado a lo largo de la noche, pero estando en medio de la escalera era complicado no tener que parar para dejar paso a alguna pareja.

Y así fue, tuve que hacer un alto y pegarme a la pared para permitir el paso a una pareja, que a su vez, también se detuvo para contemplar la escena y de paso hicieron un comentario animándome a seguir. Yo me reí y continué con el trabajito que tanto me estaba gustando. Me di cuenta de que ella al pasar rozó el brazo a Jaime mientras le hacia un guiño, él también me lo comentó entre asombrado y divertido, se daba cuenta de que contactar con las parejas que estaban en el local era bastante fácil.

No teníamos intención de hacer ningún intercambio, así que, seguimos a lo nuestro y poco después subimos las escaleras hasta llegar a la buhardilla, donde estaban las camas. Nos acomodamos en una de ellas, justo enfrente teníamos dos o tres parejas charlando, pero no reparamos en detalles.




Me tumbé, él se colocó encima y comenzó a besarme, a tocarme, cada vez con más ganas, cada vez más salvaje, estábamos completamente excitados y sabíamos que ahora había llegado el momento de dedicarnos a nosotros, a nuestro placer y que nadie nos interrumpiría.

Jaime me recorría con su lengua, con sus manos, me estaba volviendo loca y le pedí a gritos que me follara ya. Él hizo como si no me escuchara, no respondió, no obedeció, yo necesitaba su polla dentro en ese mismo instante y el no me la daba.

Apartó mi tanga para tener mi coño a su disposición, lo devoraba salvajemente, nunca había visto a alguien tan excitado, fuera de si. Eso me descontrolaba y entre gemidos le pedía su polla, le pedía que me follara, una y otra vez.

Él se incorporó quedándose de rodillas frente a mí, hizo un sólo intento de bajarme el tanga pero al no poder lo agarro fuertemente con las dos manos y lo destrozo dejando los restos a mi lado. El sonido de la tela al rasgarse me encendió aún más, ahora era yo la que quería llevar las riendas, me levanté empujándole a la vez y me subí encima para meterme su polla como si fuese el ultimo polvo de mi vida.

En ese momento me di cuenta de que las parejas que teníamos cerca nos miraban, comentaban lo descontrolados que estábamos y reían.

Creo que eso lo único que hizo fue aumentar el morbo y las ganas exhibirme delante de ellos.

Me movía encima de él, ahora era Jaime el que no paraba de gemir, de gritar y de retorcerse, lo hacia cada vez mas fuerte me llamaba por mi nombre, me repetía una y otra vez lo bien que le estaba follando hasta que sus palabras se fueron ahogando para convertirse en gritos y gemidos que delataban que su orgasmo había llegado.

La noche continuó morbosa y salvaje, recorrimos alguna sala más del local y poco antes del amanecer nos fuimos para continuar en mi casa.

Una semana después repetimos en otro local y durante meses no supimos el uno del otro más que por algún sms esporádico.

Hace unos días recibí un mail:

HABITACIÓN 304
Una habitación de hotel... ropa sexy... un antifaz...

Sus deseos se hicieron realidad…