lunes, 31 de marzo de 2008

Una noche para dos


Después de varios intentos fallidos por fin nos íbamos a ver para algo más que una simple comida, esta vez queríamos llegar a conocernos mucho más íntimamente.

Recogí a Rubén en su casa para tomar una copa antes y romper el hielo de una manera mas sutil, el “aquí te pillo aquí te mato” no nos apetecía a ninguno de los dos, pero tampoco queríamos alargar el momento mucho más.

Tomamos esa copa en un bar de la zona, hablamos del mundo liberal y comentábamos alguna de nuestras experiencias para ir calentando el ambiente.

Aparcamos el coche a unos minutos de su casa y fuimos dando un agradable paseo. Llegamos, Rubén se quitó el abrigo y puso música, una música premeditadamente elegida, relajante y muy adecuada para el momento que sabíamos se desataría instantes después.

Él estaba en la cocina preparando un mojito, me comentó que era todo un experto haciéndolos y desde luego no me engañaba, estaba realmente bueno. Yo observaba apoyada en el quicio de la puerta, pero lo que me llamaba la atención, sobre todo, era en su cuerpo perfecto y atlético. Lo recorría con mi mirada mientras él trasteaba por la cocina. Cuando terminó nos fuimos al salón donde me acomodé en el sofá para continuar la velada que habíamos esperado ansiosamente.

Encendió unas velas y bajó la intensidad de la luz para dar un ambiente más íntimo a la estancia. Creo que ninguno de los dos sabía cuando empezar por lo que seguimos charlando y acabamos viendo las fotos que él hacía durante sus vacaciones y que pretendía colgar en la pared de su apartamento.

Al terminar ya no había más tregua, dejó el portátil sobre la mesa y comenzó a besarme mientras su mano intentaba colarse por debajo del vestido. Yo le iba desabrochando cada botón de su camisa lentamente, sin apartar mi boca de la suya y cuando la tuve totalmente abierta me retiré y bajé la mirada para observar ese cuerpo que minutos antes se insinuaba perfecto. Comencé a lamer cada centímetro de piel visible, cada vez con más ansia, mientras le intentaba quitar el cinturón para tenerlo todo a mi alcance. quería ese cuerpo para mí y ya no podía esperar más.



Él examinaba torpemente mi vestido buscando botones, cremallera o cualquier cosa que le facilitara llegar hasta mi piel, al verle incapaz de conseguirlo decidí quitármelo yo misma.

Se quedó durante un segundo observando mi lencería negra y mis inseparables medias de liga, mientras yo continué con la tarea que me ocupaba un minuto antes.
Por fin me deshice de su cinturón, desabroché los botones y metí la mano casi con desesperación. Cogí su polla, la saqué y me quedé perpleja al ver el tamaño de su miembro en erección.

No pude evitar mirarle a los ojos y decirle:

- Pero tú te has visto??

Rubén soltó una carcajada y me dijo:

- No, yo no creo que sea tan grande...en todo caso...

No pudo terminar la frase, yo ya me había lanzado a devorársela mientras, al tiempo, le daba un pequeño empujón para que se acomodase en el sofá.

Me estaba gustando comérsela, cada vez me gustaba más y cada vez lo hacía con más ganas. Él disfrutaba teniendo su polla en mi boca y yo le oía gemir, eso me ponía más cachonda, tanto que en ese momento sólo quería follar, quería follármelo.

Paré en seco y le dije:

- Anda, ponte algo!

Rubén me dijo que tenía que ir a la habitación, así que mejor siguiésemos allí.
Me tumbé en la cama, pero antes de que le diese tiempo a hacer lo que le había pedido me volví a dedicar a él, continuando con lo que había dejado a medias en el salón.

En ese momento mi imaginación empezó a volar, ahora sentía como mi invitado estaba a nuestro lado observándonos y animándome a seguir chupando. En mi cabecita oía su voz que me decía:

- Vamos zorra! Cómesela!!
- Te gusta? Has visto que polla más grande tiene?
- Pero que puta estás hecha....si no te cabe en la boca!
- Ahora te lo tienes que follar!
- Vamos, fóllatelo!

Me retiré para obedecer sus órdenes mientras al mismo tiempo Rubén me decía:

- Si no paras no voy a aguantar.
- Pues....no aguantes, correte en mi boca - dije yo.
- Nooo prefiero follarte.
- Entonces hazlo...fóllame!

Se colocó un preservativo mientras yo bromeaba preguntándole si los había de su talla. No contestó, simplemente, cuando terminó, se tumbó sobre mí y me metió su enorme polla que entró facilmente dada mi excitación.

Empezó a moverse despacio, con cuidado de no hacerme daño, pero fue aumentando el ritmo al ver que mi placer también aumentaba.
Sentía como mi sexo estaba completamente húmedo y él cada vez entraba más y más dentro de mí.

Las palabras de mi invitado seguían resonando en mi cabeza, esta vez le animaban a él a follarme más fuerte, le invitaba a tener mi cuerpo a su disposición cuando quisiera, decía que yo era su puta y que sólo se lo tendría que pedir.

Yo gemía, estaba totalmente entregada y casi sin palabras le jadeaba al oído:

- Sí..así...más....más...
- Fóllame más...me gusta...

Acariciaba su cuerpo perfecto, agarraba su duro culo y lo aferraba fuerte contra mí moviendome para sentir así más dentro su enorme polla.
Rubén no pudo aguantar más y estalló en un gran orgasmo que me volvió loca.

Se levantó vicioso, observandome excitada, tumbada y completamente abierta. Me miró durante unos segundos y empecé a masturbarme para él. No pudo resistir la visión que le ofrecía y comenzó a meterme sus dedos, primero abriendo de nuevo mi coño completamente empapado y vicioso y después, viendo como mi cara de deseo parecía pedir más, metiendomelos también por detrás.

Entre el placer que me ofrecía con sus hábiles movimientos, el que yo me proporcionaba y la imagen de estar dedicándole mi masturbación comencé a correrme, me retorcía y gritaba demostrando el intenso placer que estaba sintiendo.

Estuvimos un rato tumbados regalándonos alguna caricia y comentado la experiencia, me empezó a embargar el sueño y me ofreció pasar la noche allí.
Yo se lo agradecí, pero le dije que prefería dormir en mi casa. Aunque...en realidad tenía prisa.

Me acompaño hasta mi coche, esta vez hacia frío y el paseo no era tan agradable, me abrazaba para darme calor aunque lo conseguía sólo a medias, por lo que llevábamos un paso acelerado.
Le dejé en la puerta de su casa y nos despedimos con un tímido beso quedando en llamarnos otro día.

No recorrí cien metros cuando saqué el móvil y marqué un número de teléfono.
Ahora hablaba con el que había sido mi invitado esa noche.

Él estaba en un local de intercambio con una amiga y me dijo que me acercase hasta allí, pero preferí esperarle en casa. Llegué y a los pocos minutos oí como se abría la puerta, salí a su encuentro y en el salón me tiré a su cuello y le pregunté qué tal había salido su cita.

Los dos queríamos que el otro contase su aventura y al final me tocó a mí. Mientras nos metíamos en la cama empecé a contarle como había transcurrido la noche y según iba entrando en detalles él se iba excitando, yo lo hacía también, sobre todo, al ver como su polla se empezaba a poner dura cuando le contaba cómo pensaba en él mientras se la comía a Rubén, cómo escuchaba su voz animándome a follármelo, cómo me masturbaba mientras Rubén me metía los dedos...hasta que en unos minutos nuestra excitación se convirtió en un orgasmo más esa noche.