domingo, 27 de noviembre de 2011

Sexo a traición



Nos habíamos conocido hacía unos meses. Una amiga común nos presentó en una discoteca, puede que cruzásemos alguna palabra, puede que estuviésemos cerca durante la noche, pero no debió despertar ningún interés en mí ya que al día siguiente recordaba vagamente su persona.

Desde ese momento empezamos a coincidir a menudo, frecuentábamos los mismos sitios, conocíamos mucha gente en común y en alguna que otra ocasión compartimos algún café o alguna copa. Cada vez que me veía se acercaba a saludarme, era realmente encantador, simpático, educado, divertido, atento y un gran seductor, aunque a mí no me atraía físicamente.
En una ocasión nos reunimos por un asunto de trabajo y al acabar me invitó a tomar algo en su casa con el pretexto de enseñarme unos planos, sólo teníamos que cruzar la calle así que no me dio tiempo de poner excusa alguna cuando ya estaba cruzando la puerta de su casa.
Al principio estaba incomoda, no le conocía tanto como para meterme en su casa, además, ya tenía noticias de su creciente colección de amantes y ponía distancia para evitar situaciones desagradables.
Estuvimos un par de horas charlando tranquilamente, tomando una copa y sin que por su parte notase intención alguna de acosarme, ni una insinuación, ni un roce casual, ni una doble intención en sus palabras, lo que me hizo confiar y sentirme a gusto con él.
Pasó un tiempo, puede que un par de meses. Ese sábado había ido con unos amigos a la discoteca y allí estaba él. Se acercó a saludarme y acabamos los dos solos tomando una copa en la barra, el resto de la noche continuamos juntos, disfrutando de buena conversación y de nuestra mutua compañía.
Cerraban la sala y ninguno de los dos quería dar por terminada la noche, así que esta vez fui yo la que le ofrecía la última copa en mi casa. Fuimos en su coche, al llegar preparamos un par de copas, nos acomodamos en el sofá y continuamos hablando bastante tiempo, como si tuviéramos mucho que decirnos. Puede que él estuviera esperando a que yo me insinuara, puede que estuviera esperando el momento adecuado para abordarme, puede que estuviera indeciso…El caso es que yo estaba totalmente segura de que allí no iba a pasar nada.
- La última copa, vale? Está amaneciendo. Dije mientras iba a por hielo.
Él no respondió, simplemente cuando volví con los cubitos de hielo me cogió del brazo y me giró obligándome a sentarme en sus piernas.
- Qué haces? Le dije, acompañando mis palabras con una risa nerviosa.
Agarró mi cabeza y me besó, yo no me resistí, simplemente me deje hacer y le correspondí con la misma pasión con la que él me besaba.
Me incorporé para acomodarme, esta vez me senté encima con las piernas abiertas y el vestido se subió dejando mi culito accesible. Él me agarró por la cintura y volvió a besarme mientras iba subiendo el vestido y metiendo sus manos por debajo. Me empezó a sobar el culo y yo notaba como mis braguitas se mojaban, creo que ya estaba excitada en el momento que me sentó bruscamente en sus piernas, pero notar sus manos en mi culo me puso a cien.
Dejó de besarme para recogerme el pelo y echarlo hacia atrás. Después sujetó los tirantes de mi vestido, la tela se rasgó, arrancó los tirantes y me bajó el vestido hasta la cintura, empezó a tocarme y antes de que perdiera el control le aparté las manos, me coloqué el vestido, me levanté y me fui.
Me desnudé y me metí en la ducha, dos minutos después él abría la mampara y se metía debajo del agua. Nos enjabonamos mientras yo recorría su torso desnudo con mis manos, su espalda, su polla…él hacía lo mismo conmigo mientras, no dejábamos de besarnos.
Me puse de rodillas, su polla estaba dura y me apetecía metérmela en la boca. Empecé a lamer, levantaba la mirada para que viera mi carita viciosa, con mi lengua chupaba su rabo duro mientras el agua me caía por la cara, todo eso me estaba calentado tanto que no pude aguantar más.
- Quiero que me folles!!
Me levanté, pero él me agarró por la cintura, me apretó contra su cuerpo y me besó. Bajó su mano hasta mi coño y me metió los dedos. Solté un gemido y el empezó a meter y sacar los dedos de mi coño empapado, ya no paraba, estaba excitada, gemía como una zorra y quería correrme en su mano. Pero él sabía muy bien qué hacer con la zorrita a la que tenerla abierta de piernas le había llevado más tiempo del que acostumbraba.
Salió de la ducha, yo me quedé entre expectante y sorprendida esperándole. Volvió con un preservativo en una mano y sujetándose la polla con la otra, entonces salí y sin que me diese ninguna orden me volví a arrodillar y abrí la boca esperando su polla.
Empecé a chupar agarrando con una mano su rabo y metiéndomelo hasta el fondo. Él sujetaba mi cabeza marcando el ritmo que quería y lamí su polla, su capullo y sus huevos hasta que me levantó y colocando suavemente la mano en mi cintura me empujó hacia atrás hasta que di contra el mueble del lavabo e instintivamente me senté en él, abrí las piernas y él me penetró, se movió dentro de mí, me gustaba el tamaño de su polla, era la medida exacta para mí.
Empujaba fuerte y mi coñito chorreaba. Intentaba moverme para que entrase más, pero el lavabo no era el mejor sitio, teniendo en cuenta que además mi cuerpo estaba mojado y me escurrirá.
- Espera, vamos a la habitación.
Fuimos a la habitación más cercana, donde había dos camas pequeñas. Me tumbé en una de ellas y él se puso encima clavándome la polla al caer sobre mí.
- Me gusta tu polla, me gusta cómo me follas.
- Sí? Pues toma! Así te gusta?- Sí….me gusta...
- Quieres más polla?- Sí….dame más…
- Pero que vicio tienes!!!
Tenía razón, estaba viciosa, salida y quería más polla. Me giré y le hice tumbarse. Ahora quería follármelo yo, a mi manera, a mi ritmo, salvaje. Metí su polla sin delicadezas en mi coño, se deslizó con una facilidad sorprendente, incluso yo estaba alucinando de lo húmeda que me tenía. Notaba mis muslos mojados y la sensación de tenerlo dentro, recorriéndome y dándome tanto placer hacía que jadease como una perra.
Me movía sin parar, estaba agotada pero no quería detenerme, seguía moviéndome, sintiendo su rabo duro recorriendo mi coño, me gustaba follar con él, me gustaba su polla. Me levanté y me di la vuelta encima de él colocándome de espaldas. Seguí cabalgando sobre su polla, mientras él me agarra el culo y lo magreaba como si se lo fueran a quitar. Agarraba sus huevos con la mano, notaba como se habían mojado y restregaba esa humedad hasta mi clítoris. Me tenia cachonda como pocas veces lo he estado, hasta que me quedé sin fuerzas. No podía más.
Hacía calor, sudábamos los dos, así que me levanté para abrir la ventana, pasé a mojarme a la ducha y fui a por un vaso de agua.
 
Cuando volví estaba sentado en la cama. Le ofrecí el vaso de agua y me dijo:
- Sabes? Eres una loba.
Yo no respondí, simplemente me subí a la cama de al lado y me puse a cuatro patas, le miré invitándole a acercarse mientras balanceaba mi culito. No se lo pensó, se puso detrás y volví a sentir su polla dentro de mi coñito.
Empezó a moverse despacio como queriendo disfrutar cada movimiento, después empezó a acelerarse hasta que cada embestida suya me hacía daño. Esta vez me daba fuerte y le quise decir que tuviese cuidado, pero empezó a gustarme. Era una sensación de placer y dolor que nunca había sentido y me gustaba. Acabé moviéndome intentando clavármela más, lo hacíamos tan fuerte que a veces se salía la polla y yo dejaba de gemir para pedirle que me la metiera, que no dejase de follarme.
No fui consciente de cuando pasó. Supongo que tenerme tan salida, tan caliente y tan mojada hizo que ni me enterase de que me estaba follando el culo. Pero cuando me di cuenta sólo le dije:
- Ahhhhh siiiiiiiiiii, sigueeeeeee!!!!!
Sus embestidas eran brutales y yo disfrutaba sintiéndome tan puta como él me quería tener. Mis dedos chapoteaban en mi coño, me penetraba con ellos, me tocaba y sentía tanto placer en esa situación que mis gemidos subieron de tono, empecé a gritar y me desaté en un orgasmo entre sacudidas, jadeos, gritos y un placer que pocas veces había disfrutado.
Él no paró a pesar de que yo a duras pena me sostenía a cuatro patas, poco después sacó su polla, me dio la vuelta tumbándome en la cama, se quitó el condón, y volvió a follarme otra vez. No abrí la boca.
Llevábamos un par de horas follando, calientes, sudorosos, salvajes… y lejos de poner impedimentos, abrí mis piernas con mi coño expuesto para recibir su polla de nuevo y esta vez la sentí más caliente, más dura, tanto que necesitó apenas tres o cuatro metidas para sacarla y explotar en mi vientre, mi pecho y mi cara. Yo esparcí su semen por todo mi cuerpo, me encanta la sensación de sentirme regada de leche, me gusta restregarme todo después de una corrida.
Él se tumbó a mi lado intentando recuperarse y yo me levanté y volví a meterme en la ducha. Me enrollé una toalla y me tiré literalmente en el sofá.
Debieron pasar unos diez minutos antes de que él apareciera por la puerta. Se había vestido, se sentó a mi lado y me dijo:
- Me tengo que ir. He quedado para comer.
- Vale! Respondí a la vez que me levantaba del sofá dejando caer la toalla al suelo.
Él no se levantó, se quedó sentado mirándome, recorriendo mi cuerpo como si no lo hubiera visto antes. Me volvió a poner cachonda esa manera lasciva de mirarme, así que me senté encima de él con las piernas abiertas y sujete su cabeza obligándole a chuparme las tetas.
- Cómeme! Asiiiiii, Mmmmmm…
- Chupa… Sigueeee…
Otra vez la excitación se apodero de nuestros cuerpos, le quité la camiseta, le desabroché el cinturón, bajé la cremallera y saqué su polla que volvía a lucir una bonita erección.
- Me tengo que ir.
Si no aparezco a la hora de comer me matan y tengo que dormir un poco. Noté inseguridad y poca firmeza en sus palabras, por lo que decidí zanjar el asunto. Me levanté, cogí las llaves de casa y me dirigí a la puerta. Cerré y metí las llaves en un cajón.
Volví al salón y le encontré de pie junto al sofá, desnudo y con una mezcla de sorpresa y satisfacción por lo que adivinaba que acababa de hacer.
- Tú no te vas de aquí hasta que yo lo diga. Le dije mientras le di un empujón que le hizo caer en el sofá.
Le ordené que se tumbara y me subí encima de él. Pase la lengua por su polla, la metía en mi boca, la sacaba, chupaba, lamía y notaba como mi coñito volvía a chorrear. Abrí mis piernas y me clave su polla una vez más.
Me movía encima de él recorriendo toda su erección de arriba abajo, mojando su polla, poniéndola cada vez más dura y haciendo que mi coño estuviera cada vez más caliente. Con una pierna en el sofá y otra en el suelo controlaba mejor mis movimientos.
Me follaba su capullo despacio, con movimientos cortos, sólo la puntita para luego meterme toda su polla con fuerza un par de veces y volver a dedicarme a su capullo. Notaba que le estaba gustando como se lo hacía. Me movía haciendo círculos, y contraía mi vagina cuando subía, quería que me recorriera con su polla por dentro, me inclinaba sobre ella rozándome todo lo que podía. Probaba todas las posibilidades que mi postura me permitía, que eran muchas, y me follé su maravilloso rabo hasta que soltó un gemido haciéndome saber que había conseguido mi propósito.
Tenía mi regalo, un nuevo orgasmo que me encantó currarme porque lo estaba disfrutando tanto como él.
 
- Me vas a matar, chata! Dijo mientras se levantaba y se iba a la ducha.
Me quedé tumbada en el sofá. Empezaba a notar las horas que llevábamos follando, mi coño estaba enrojecido, dolorido y necesitaba parar un poco.
Había pasado un buen rato y ya no se oía caer el agua en la ducha, pero él tampoco había vuelto. Me levanté y fui en su busca. Estaba tumbado en el suelo, boca abajo, en otra de las habitaciones. Entré y me quedé unos segundos mirando su cuerpo.
- Mmmmm qué buen culo tiene… Pensé.
Él levantó levemente la cabeza, estaba derrotado, lo notaba en su cara y, sabiendo que todo estaba bien, le dejé descansar.
 
Cogí una almohada y me tumbé en el sofá de nuevo. Media hora después volvió, recogió su ropa del suelo y empezó a vestirse. Eran casi las dos de la tarde, no iba a dormir nada, pero llegaría a su cita a la hora prevista.
- Anda y ábreme la puerta, loba!!
 
Nos despedimos con un beso y se fue. Volví al salón, esta vez me fijé en cómo estaba todo. Mis zapatos en el suelo, un par de condones en la mesa, la cubitera llena de agua, los vasos medio llenos…
Fui al baño, allí estaba mi vestido roto, mi tanga, su slip, otro condón y el suelo lleno de agua. La habitación tenía las dos camas deshechas, una de ellas empapada de agua y la otra húmeda, las almohadas tiradas, un par de vasos en la mesilla y más condones.

 -  Pufff, como está todo…
Empecé a recordar cómo había transcurrido la noche desde que nos encontramos en la discoteca. Por mi parte iba a ser una noche con un conocido con quien compartir unas copas y unas risas, por su parte, tal y como me comentó un tiempo después, era el momento adecuado para que la presa, que llevaba tiempo esperando, cayera en sus redes.
Una sonrisa iluminó mi cara mientras pasaban las escenas vividas por mi cabeza, me gustó, disfruté cada momento, el sexo fue increíble y divertido.
En fin, todo esto…ya lo recogeré luego!!!

jueves, 21 de abril de 2011

Mostándome ante ti



Dos cuerpos desnudos en el sofá, dos bocas buscándose, nuestras manos recorriendo cada centímetro de piel. Sólo estábamos haciendo crecer nuestro deseo, esperando que nuestros sexos no pudieran reprimirse más y se buscasen para saciarse mutuamente.

Todo seguía su curso normal, los dos sabíamos cómo iban a transcurrir los próximos minutos, era tan evidente que pensé dar un giro inesperado a nuestro encuentro.
No estaba planeado, simplemente me levanté y susurré al oído:

- No te muevas!

Salí del salón, volví con un pañuelo y le vendé los ojos.
Preparé el equipo de música, retiré la mesa y dejé la estancia despejada. Sólo una alfombra redonda ocupaba el centro del salón.

Me puse una minifalda de tablitas muy corta y una camisa blanca. No llevaba ropa interior.
Cuando estuvo todo listo pulsé el “play” y una melodía sensual y sugerente empezó a sonar.

Me acerqué a él, deslicé mi mano por su pierna, subí por su torso hasta su cuello y le agarré la nuca adelantando su cabeza hasta que nuestros labios se encontraron. Con la otra mano tiré del pañuelo y dejé sus ojos libres para que pudiese verme.

Me retiré contoneándome, juguetona y provocativa hasta colocarme encima de la alfombra.

Empecé a bailar para él, mirándole a los ojos, deseándole y provocándole. Me daba la vuelta, le daba la espalda y me agachaba sabiendo que mi faldita le dejaría entrever mi culito. No era mi intención enseñar, si no insinuar.

Desabroché los primeros botones de mi camisa sin abrirla del todo, me acariciaba por encima de la tela, bajaba mis manos hasta las caderas, subía mi falda enseñando mis muslos. Quería llevarle al límite del deseo, quería que sufriese una dulce agonía antes de entregarle lo que deseaba.

Seguía contoneándome, me sentía excitada, caliente, notaba la humedad de mi sexo y la lujuria me invadía.

Él, recostado sobre el sofá no apartaba la mirada de mi cuerpo, evidentemente, su sexo aumentaba de tamaño. Sabía que le estaba gustando la situación y que me deseaba, deseaba devorarme, deseaba follarme, y sinceramente, en ese instante hubiera saltado sobre su polla, pero aún no era el momento.

Desabroché lentamente el resto de los botones de mi camisa, de espaldas a él la abrí completamente y me di la vuelta mostrándole mis encantos.


Me quité la camisa, la tiré al suelo y con pasos largos y firmes me acerqué a él. Me paré justo delante y empecé a pellizcarme los pezones, a tocarme de manera obscena. Él se incorporó para tener mi cuerpo más cerca, instintivamente me alejé evitando que pudiese alargar su mano para tocarme y me tumbé en la alfombra.

Abrí mis piernas, ahora sí, mostrándole mi coñito lubricado y cachondo. Pasé mis dedos empapándolos en mi humedad, llevaba mis manos hasta el pecho acariciándomelo lasciva, salida y disfrutando las sensaciones que me provocaba excitarme y excitarle a la vez.

Me puse a cuatro patas exhibiendo mi culito, me levanté y abrí un cajón donde sabía que encontraría uno de mis juguetes, no era un consolador exactamente, pero lo usábamos como tal y con él en mi mano me tumbé completamente en la alfombra y subí mi falda hasta la cintura dejando mi sexo totalmente expuesto a sus ojos.

Allí tumbada, con las piernas flexionadas, mi coño abierto y unas ganas locas de penetrarme, metí mi juguetito hasta dentro. El placer me recorrió haciendo que mi espalda se arquease, el contraste del metal frio con el calor que desprendía me gustaba, pero duró poco.


Empecé a meter y sacar mi consolador, acariciaba mi clítoris con él, volvía a penetrarme mientras con la otra mano abría más mi coñito, me sentía cada vez más caliente, me sentía una verdadera puta allí tirada en el suelo, masturbándome para él, ofreciéndole mi placer y dejando que mis más bajos instintos brotaran sin ningún pudor.

Gemía cada vez que mi juguete resbalaba dentro de mí, me volvía loca frotarme, acariciarme y levantar la cabeza para mirarle mientras lo hacía. Él tenía su polla en la mano, no se masturbaba, más bien me estaba invitando a usarla, me la ofrecía con una mirada pícara.

Yo no dejé de darme placer, alternaba mi consolador con mis dedos, me gusta empapármelos, saborearlos y volver a penetrarme, me tocaba las tetas, no paraba de follarme cada vez más fuerte, a veces paraba y lo hacía despacio, más lentamente, evitando el deseo de correrme, recuperando el aliento para después volver a aumentar el ritmo, mis caderas se balanceaban acompañando cada penetración, cada vez más profunda y más deliciosa.

Clavaba mis ojos en los suyos haciéndole saber que no sólo masturbarme me hacia gozar, si no que hacerlo para él me proporcionaba el mayor placer que podría imaginarse. Y así, viendo la expresión de su cara, llegó el orgasmo que tanto contuve para él.

Me retorcí en la alfombra, mi cuerpo se estremecía disfrutando la culminación de mi éxtasis, gemía, jadeaba y gritaba hasta que el último coletazo de placer me dejó extenuada.
Allí me quedé durante un par de minutos, él sabía que los necesitaba para reponerme y aunque estaba tremendamente deseoso de follarme se quedó en el sofá y únicamente dijo:

- Me ha encantado!

domingo, 11 de octubre de 2009

Encuentros casuales






Hacía tiempo que no pisaba Encuentros, el mundo liberal me empezaba a aburrir y estaba considerando la idea de retirarme un tiempo y volver con aires renovados. Esa noche sería decisiva, y seguir o tomarme un respiro dependería de cómo fueran desarrollándose lo acontecimientos.

Pedimos una copa y dimos una vuelta. El local estaba lleno, volvimos a sentarnos en la barra y bastante desanimada comentaba el ambiente rancio que se respiraba. Seguramente no era así, pero últimamente mis contactos en locales y en webs liberales no habían sido lo esperado, por lo que mis pocas ganas se acrecentaban seguramente sin motivo.

Volvimos a entrar esperando encontrar algún sitio donde poder acomodarnos y ya que no había ninguna pareja que me llamase la atención, al menos, poder divertirnos disfrutando el morbo de estar rodeados de cuerpos desnudos.

En una esquina extendimos nuestra sábana, nos tumbamos y comenzamos a besarnos mientras nuestras manos se hacían hueco por debajo de la ropa.

Giré mi cabeza hacia el pasillo. La silueta de una mujer vestida únicamente con unas botas de tacón me llamó la atención, tenía un cuerpo espectacular y una preciosa melena rubia. Me di cuenta de que al llegar al final del pasillo el chico que la acompañaba se daba la vuelta y ella hizo lo mismo detrás de él. El chico también tenía un físico bastante atractivo y no me lo pensé dos veces.

Aparté a Sergio y de rodillas sobre la cama me deshice de mi vestido de una manera insinuante y provocativa. Sabía que él me estaba viendo, estaba lo suficientemente cerca para que, a pesar de la oscuridad del local, se intuyese la lencería, las medias de liga y mi postura, que era lo suficientemente sensual como para que le llamase la atención.

Sergio se quitó la ropa, me rodeó con sus brazos y me tumbó en la cama colocándose encima de mí. Su boca empezó a recorrer mi cuerpo hasta llegar a mi sexo ya húmedo.

La pareja se tumbó a nuestro lado, pero yo disfrutaba de los placeres que me ofrecía mi acompañante y en ese momento me entregué a él olvidándome de ellos.

No tardé en notar como una mano se deslizaba por mi brazo, poco después alcanzaba mi pecho y yo me excitaba siendo manoseada.

Alargué mi mano, llegué a su pierna y continué subiendo hasta alcanzar su polla. Me deleité durante unos minutos tocándole, pero quería más. Me incorporé y él se dio la vuelta poniendo su polla a mi disposición. Su chica se retiró para disfrutar viéndonos en situación y, a la vez, dejándome disfrutar de él a mi antojo.

Sergio se colocó detrás de mí y me agarró de las caderas con una única intención: follarme!!

Cuando dejo volar mi imaginación, esta es una de mis posturas favoritas, me pone muy cachonda tener una polla en mi boca mientras alguien me penetra por detrás, y ya si es un desconocido de manera inesperada…me pierdo!

Me di cuenta de que estaba acaparando al chico de una manera exagerada, ella no participaba, se había colocado en una esquina desde donde observaba la escena y nosotros estábamos jugando y disfrutando sin contar con ella.

Levanté la cabeza e invité a la chica a unirse a nosotros.

- No te preocupes, me gusta mirar. Tú sigue, es todo tuyo!

Sin dudar ni un segundo volví a saborear a su acompañante, pero antes me giré para decirle a Sergio que se ocupara de la chica.

Él intentó acercarse a ella, pero cuando fue a acariciar su brazo ella le pidió que no lo hiciera y con las mismas Sergio se volvió a dedicar a mí, esta vez llevando su boca a mi sexo, haciendo que mi respiración se acelerara y mis gemidos empezasen a ser intensos.

Yo continuaba lamiendo a mi nuevo compañero de juegos, aunque cada vez me costaba más seguir el ritmo, cada vez mis movimientos eran más torpes y cada vez mi respiración estaba más acelerada. Me sentía salida, viciosa…y me gustaba, me gustaba devorar la erección de ese chico y aunque, al cabo de unos minutos, Sergio se retiro para colocarse junto a la chica yo no pare de saborear su polla.

Levanté ligeramente la mirada y vi como Sergio pasaba la mano por la espalda de la chica, acariciando suavemente su piel, su melena rubia, subiendo por sus hombros, despacio, excitándola, enredándola en su juego… Esta vez ella no opuso resistencia, juntos miraban como disfrutábamos, mientras Sergio recorría lentamente su cuerpo hasta que su mano se humedeció con la excitación de su sexo, ella se dejó hacer, estaba excitada, entregada y ya no podía frenarle. En ese momento se implicó en nuestros juegos y nos acompaño el resto de la noche.

Me di la vuelta y empujé a Sergio para que cayera tumbado, y allí, a cuatro patas como una perra, metí su polla en mi boca mientras, y con las piernas abiertas, ofrecía mi coño a nuestros compañeros de juego. El chico no tardó en meter su cabeza entre mis piernas para pasar su lengua por mi sexo.
Metía sus dedos en mi coñito siguiendo el ritmo de mis movimientos, su lengua me recorría y me tenía tan salida que no paraba de gemir, cada vez mas fuerte, cada vez mas viciosa, hasta que después de unos minutos mi cuerpo se retorcía disfrutando del primer orgasmo de la noche.

Casi sin fuerzas, aún recuperándome y con los últimos coletazos de placer recorriéndome. Sergio me tumbó para colocarse encima de mí y, sabiendo que penetrarme cuando estoy así hace que se alargue mi orgasmo, no dudó en meter su polla y empezar a follarme salvajemente.

A mi lado la otra pareja estaba haciendo lo mismo, él encima de ella follándola. Ella abría sus piernas y gemía.

Cuando terminé de correrme Sergio paró y dejó que mi respiración y mi ritmo cardiaco volviesen a la normalidad. Este hombre me mata cualquier día!

Ellos pararon casi al mismo tiempo y los cuatro nos sentamos.
- Cómo te llamas? Preguntó el chico.
- Nyeri. Respondí
- Sabes quién soy?

En ese momento me acerqué para observar de cerca su cara.

- Pues…el caso es que me suena tu cara.
- Soy Miguel!
- Miguel? Joder, no te he reconocido!! Por que no me has avisado antes??
- Bueno, no era cuestión de cortar el rollo, no crees?

Nos empezamos a reír. La última persona a la que me hubiera esperado encontrar allí era a este chico.




Hacía años que no nos veíamos y, aunque había conocido a alguna de sus anteriores parejas y de vez en cuando teníamos algún contacto por Messenger y mail, desconocía la existencia de esta chica.

Miguel y su ex fueron uno de los primeros contactos que hice en el mundo liberal, no pasamos de un par de sesiones de cibersexo y unas cañitas acompañadas de conversación típica de novatos; deseos, fantasías, miedos, límites…

Después de un tiempo sin contacto nos encontramos de nuevo y, curiosamente, ambos habíamos tenido experiencias similares. Problemas con nuestras respectivas parejas habían hecho que dejásemos el lado oscuro apenas habiendo dado nuestros primeros pasos dentro de él. Pero el veneno estaba ahí, la curiosidad la seguíamos teniendo y las ganas de probar más cosas seguía latente en nuestras cabecitas.

Desde ese momento continuamos hablado de vez en cuando, supongo que la situación de ambos alimentó una amistad en la distancia.

Poco después yo volvía a merodear por el mundillo, conociendo chicos, hablando con parejas, y visitando algún local liberal.

Sabia que él se había quedado en el intento, su última pareja no participaba en estos juegos y Miguel seguía teniendo ganas, aunque no una compañera con la que compartir esa fantasía, pero lo que nunca hubiese imaginado es que, después de tanto tiempo, el reencuentro fuese en un sitio así y de esa manera tan excepcional y anecdótica.

Las risas no paraban, todo era bastante surrealista, pero nos lo tomamos con humor.

- La verdad, es que nunca hubiese pensado que acabaría comiéndotela y menos en un local.
- Bueno, yo tampoco lo hubiese imaginado, pero a mí me ha encantado.

Miguel nos presentó a su amiga Sara. Era guapa y, aunque al principio se mostraba algo tímida, también resultó ser una chica muy simpática y morbosa.
Yo, intentando ser discreta, no pregunté por su ex, pero al final salió en la conversación. Estaban en plena crisis y Sara era su paño de lágrimas y algo más.

Rápidamente nos pusimos al día y entre risas y confesiones las caricias volvieron a ser protagonistas.

Sergio me tocaba mientras yo intentaba continuar la conversación. Poco después estaba recostada sobre Miguel, mis palabras ahora eran gemidos, la humedad resbalaba por mis piernas y Sergio metía la cabeza entre ellas mientras lamía mi sexo y sus dedos jugueteaban en mi interior.

Sara, se arrodilló junto a Miguel, tenía su polla en la mano, la succionaba y la lamía con lascivia. Ahora ella participaba en el juego y la escena entre los cuatro se volvió tan deseable que la gente se detenía para mirar y excitarse.

A mí me excitaba ser observada, miraba a los que se paraban a nuestro lado, sabía que mi cara reflejaba vicio.
Tenía a dos hombres para mí, uno me devoraba y otro alentaba mi deseo hablándome y haciendo que mi placer fuese más intenso aún.

- Te gusta, eh? Se nota que te gusta. Así….disfruta…

Yo no era capaz de responder, sólo jadeaba, gemía y disfrutaba. Sergio metía sus dedos cada vez con más fuerza, me volvía loca, me gustaba y Miguel me lo recordaba susurrándome al oído:

- Te gusta, verdad? Así...sigue…estás a punto de correrte, así….

No tardé en explotar, sus palabras me calentaban y en unos segundos mi cuerpo se estremecía.

Los dos se colocaron a mi lado, Miguel a mi derecha y Sergio a mi izquierda, Sara estaba a su lado y empezó a ocuparse de ella, no sin antes, sacar un preservativo para dejarlo sobre mí a la vez que me lanzaba una mirada traviesa.

Solo se me ocurrió mirar a Miguel y decir:

- Qué cabrón!!!

Los dos nos miramos indecisos, no sabíamos muy bien qué hacer. La situación era de lo más propicia, la atracción estaba ahí. El momento justo en el sitio apropiado.

Miguel cogió el preservativo y lo abrió, yo se lo quité de la mano para ponérselo, decidida a terminar lo que habíamos empezado de manera tan casual.

Se colocó encima, mientras entre risas culpábamos a Sergio de habernos llevado a esa situación, como si ninguno de los dos la estuviera deseando desde hace tiempo.

Empezamos a besarnos mientras sus caderas mecían las mías.

- Había fantaseado con este momento muchas veces. Dije
- A mí siempre me has parecido muy atractiva, y sinceramente, también lo he pensado muchas veces.
- Me encanta como me follas….

En ese momento él se retira.

- Uffff es que me corro…

Nos volvemos a besar y cuando todo se calma Miguel vuelve a moverse dentro de mí. Seguimos besándonos, susurrando al oído las cosas que pensábamos cuando nos conocimos, y haciendo realidad cada uno de esos pensamientos.

De vez en cuando miraba a Sergio y alargaba la mano para rozar su cuerpo mientras le miraba a los ojos invitándole a verme disfrutar con Miguel y sabiendo que él disfruta mirándome.

Sara estaba completamente dedicada a que la erección de Sergio creciese cada vez más.
Arrodillada, dejaba caer su melena rubia entre las piernas de Sergio, sus labios, su lengua y su mano provocaban que él se entregase, y totalmente tumbado e inmóvil disfrutase de los más dulces placeres ella que le ofrecía.

Miguel y yo seguíamos a lo nuestro, esta vez, yo estaba encima de él clavándome su polla, queriendo que se derramase dentro de mí, sucediendo mis movimientos para que su placer aumentase, en definitiva, dedicándome a él en cuerpo y alma.

Continuamos así hasta que mis piernas no pudieron más, cansados y sudorosos, nuestros cuerpos se habían rendido y necesitábamos un descanso.

Nos tumbamos juntos y observamos como Sara clavaba sus afilados tacones en la cama para subirse sobre Sergio y en cuclillas, moverse encima de él.
A él le gusta así, sentir que recorren su polla de arriba a abajo, que se la meten hasta dentro y se la clavan con fuerza, eso le excita, le pone cachondo, y más, si la culpable de todo eso es una rubia exuberante que pasa de ser una chica tímida a convertirse en una zorra debora-hombres.

Nosotros contemplábamos la escena mientras nuestras manos volvían a buscar nuestra piel y nuestras bocas se reunían de nuevo para que nuestras lenguas retozasen.

Sergio, levantó a Sara, la tumbó en la cama y abrió sus piernas para beberse placer que su sexo derramaba. Ella empezó a gemir, y yo, excitada al verla, me giré y alargué la mano para alcanzar su pecho. Se dejaba manosear por mí, y Miguel no tardó en colocarse a su lado para hacer lo mismo. Cada uno de nosotros chupaba, lamía, mordía, tocaba y saboreaba el cuerpo de Sara.

Ella levantaba la cabeza y nos miraba mientras señalaba a Sergio y hacía gestos dándonos a entender que se lo estaba haciendo muy bien. Su cuerpo se arqueaba y cada vez controlaba menos sus movimientos, hasta que explotó en un fantástico orgasmo.

Sara se recuperó y nos sentamos los cuatro juntos para seguir charlando.

- Ufffff qué bien lo come- Comentó mirándome.
- Tu tampoco puedes quejar, Miguel es todo un experto. Respondí yo.


Seguimos charlando durante un rato mientras terminábamos nuestra copa. Poco después estábamos vestidos, la noche acababa y era hora de irnos. Dejamos a Miguel y a Sara en su casa y nosotros…alargamos la noche un par de horas más.

jueves, 23 de julio de 2009

Y mañana?



Entro en el Messenger y después de mucho tiempo le veo conectado.

- Hola!
- Hola, qué sorpresa!
- Llevo unos días acordándome de ti.
- Y eso?

Empezaba una conversación que hacía casi un año que no teníamos. Siempre quedaba una llamada pendiente, un mensaje sin responder o una cita sin concretar para poder vernos.

- Te llamo, vale? El msn me gusta cada vez menos.

Busque su último mensaje y utilice el número para llamar.

- Qué tal?
- Bien!
- Te pasa algo? Tienes una voz…
- Bueno, sí. Estoy de baja por un accidente que tuve esquiando.

Me puso al día de los pormenores y entre risas quitamos hierro al asunto ya que todo estaba más o menos bien.

La conversación se alargaba y tras largo rato manteniendo la compostura pasamos de la cordialidad a la picardía y de la picardía a las segundas intenciones.

Estábamos hablando de vernos en ese mismo momento, pero alargándose la charla como lo estaba haciendo decidimos dejarlo para el día siguiente.

Cada palabra empezaba a tener una connotación sexual, cada vez más evidente y cada vez con una intención más clara, que no quedase sólo en palabras.

Empezamos a dejar caer qué haríamos al vernos, qué nos gustaría hacer, y realmente, aunque no de una manera contundente, cuál era nuestro deseo.

Creo que pasamos más de una hora charlando y ya estábamos lo suficientemente calientes como para no querer dejarlo ahí.

- Quieres que te mande unas fotos? Hace mucho que no me ves!
- Vale, pásamelas por el Messenger.

Colgué el teléfono quería enviarle las fotos y dejar el resto para el día siguiente.

Busqué algunas fotos y se las pasé. Sólo tenía una intención, que esas fotos provocaran el deseo en ese momento, que no se enfriase la excitación que sabía que tenía, que se dejase llevar por su imaginación viendo las fotos y que sus pensamientos fueran para mí hasta que su placer explotase siendo yo la culpable de ello, aún en la distancia.

Se lo dije claramente, escribí:

- Me pone a cien que se masturben pensando en mí, con mis fotos, imaginándose que me tienen al lado y que están haciendo conmigo lo que se quieran.
- Dime algo para que piense en ello, algo que tú quieras que yo sepa de ti.
- A veces consigues…
- Calentarme. Dije
- Pues entonces…Viendo lo que veo ahora…Creo que la cosa se va a calentar de verdad, de hecho se está calentando.
- Imagino unas piernas largas abriéndose, pero me gusta imaginar que estás hablando por teléfono.

Intentaba que lo dejase ahí, no pretendía llevarme un calentón para nada.

- Quiero que me lo cuentas mañana, con detalles. Dije zanjando la conversación de Messenger.

Pero él hizo caso omiso y siguió a lo suyo.

- Pues no he podido evitarlo y mientras hablabas por teléfono, he tenido que ver si estabas cachonda. Y…sí, lo estás!
Quiero que dejes el teléfono con el manos libres y que nos oigan gemir.
Ella es una chica, si notas que no le gusta lo que esta oyendo o te lo dice la invitas a que venga

- No quiero que esté. Además, prefiero un chico.

En ese momento me delaté, él sabía que yo había empezado a jugar con lo que también sabía cual era el grado de excitación que tenía.

- Mientras tu mano recorre mi cuerpo y me manoseas de manera obscena. Yo se lo voy contando, le digo cómo me excitas.

Él me dice que soy una zorra y te invita a que me folles como merezco.
Nos escucha disfrutar unos segundos y cuelgo después de decirle:

- Ya te contaré mañana!

Te miro, deseándote y te susurro:

- Ahora quiero saborearte a ti, lamerte entero sin tocar tu erección, sólo quiero rozarte de forma casual.
- Desde la pierna, pasando mi lengua, subiendo hasta las ingles si tocarte, paso mis labios por tus abdominales bien marcadas, llego hasta tus pezones, doy pequeños mordiscos en uno de ellos mientras con la otra mano pellizco el otro. Tú das un respingo, sufres, quieres más…
- Mi mano recorre tu cuerpo, ahora provoco algunos roces que te excitan, te ponen a cien y ya no puedes más.

- Paro?
- Ni se te ocurra.
- Sí, voy a parar. Porque ahora imagínate que me levanto a llenar mi copa de vino, sólo para tenerte así, sufriendo.

Paro de escribir unos segundos y continúo:

- Cuando vuelvo me pongo de rodillas, abro tus piernas.
- Quiero tener tu polla dura en mi boca, quiero que me mires mientras mi lengua la recorre, quiero que te arquees, que tu cabeza se eche hacia atrás y te retuerzas de placer, quiero que tus gemidos suban de tono con cada recorrido que mi boca hace en tu erección, quiero que me sujetes la cabeza para que siga el ritmo que quieres marcar, quiero que te vuelvas loco y me lo digas.

- Te lo digo. Me vuelves loco.
- Y quiero que cuando no puedas más también me lo digas.
- Para poder parar y que me mires queriéndome asesinar.
- Pues para, porque, sinceramente, no puedo más. Sabes lo que quiero??

Esta vez yo no hice caso y no paré, sólo lo justo para que tomase aire.
Aproveché su pregunta para continuar.

- que me suba encima de ti y me penetre sin contemplaciones, que me mueva salvaje.
- Exacto!! Me escribe él
- Me muevo salvaje porque hace tiempo que deseo este momento, porque quería tenerte dentro.
- Deja que te agarre por las caderas y me mueva contigo. Interviene él.
- Quiero jadear, disfrutar y volverme loca. Quiero que me pongas a cuatro patas y me folles.
- Gime! Ahora dímelo tú! Que te vuelvo loca
- Me vuelves loca. Quiero mássssss
- Te gusta? Esto es lo que querías??
- Síiiiiii, Mira cómo me tienes!!!
- Querías verte así? Verte dominada?
- Noooo, déjame! No quiero que hagas lo que quieras.
- No quieres que me quite, no quieres separarte. Sólo quieres que no pare. Me pides que no pare.
- Sí, quiero que sigas!!
- De repente, sin saberlo, sin sospecharlo, notas que te lleno totalmente y me pides que no pare. Dirás que lo haga otra vez. Yo saldré, quiero hacerte sufrir, luego entraré cuando quiera. Toma! Dime que te gusta! Dímelo!!!
- Cabrón!!!!! Escribí, mientras en mi cabeza realmente oía el grito como si fuese real
- Sí, Dilo!!
- Me estás utilizando a tu antojo!!!
- Te gusta, reconócelo. Tú me utilizaste antes a mí.
- Sí, me gusta, pero no quiero que sigas.


Le rompí los esquemas, lo intuía.

- Dime por qué.
- Por que quiero dejar algo para…la imaginación. Nos lo contamos mañana.
- Pues ya sabes lo que tienes que hacer y nos lo contamos mañana. Aunque….yo prefiero no contarlo y ver cómo termina.
- Pues voy a coger aire y seguir en mi cama, imaginándote.
- Y dónde quieres que yo acabe? Pregunta él
- Eso lo dejo a tu elección, mañana ya decido yo.
- Ok, pues mañana me cuentas.
- Una cosa! Que sepas que a partir de este momento ya no somos amigos.
- Y eso porque? Me dice.
- Por que ahora sólo tengo un interés meramente sexual por ti.
- Entonces ya no puedo volver atrás?
- Tú no quieres volver atrás!!! Respondí.
- Podría estar en tu casa en un rato.
- No rompas este momento. Me encanta dejarlo así, mañana estaré pensando todo el día en ti y preparando nuestro reencuentro. Ha sido un placer llamarte.
- Lo mismo digo, hasta mañana.


Así ha terminado nuestra conversación por msn, algo que empezó de una manera inocente y que aún no sabemos cómo terminará, aunque el día de mañana promete y mucho.



domingo, 8 de febrero de 2009

Déjate llevar

Ya habíamos tenido un primer encuentro, había resultado una noche muy excitante y morbosa. Supongo, que aunque ninguno de los dos mencionase una segunda cita al despedirnos, estaba claro que no tardaría en llegar.

Unos días después recibí una llamada suya. Me sorprendió su proposición, porque aunque los dos supiésemos que volveríamos a vernos, desde luego nunca pensé que me propusiera pasar juntos tres días en un pueblecito perdido de Extremadura.

La verdad es que la idea me resultaba de lo más apetecible, tenía unos días libres durante las navidades y no tenía previsto hacer nada especial, sólo descansar en casa y las típicas visitas familiares de estas fechas.

Un pequeño cambio de planes para pasar unos días en buena compañía, con risas y sexo asegurado era muy tentador, pero por otro lado irme con una persona que había visto una vez en mi vida me parecía algo arriesgado.

Al final con un poco de insistencia por su parte y guiada por mi intuición me dejé llevar y acabé subida en su coche con una maleta cargada de lencería sexy, champagne, esposas, consolador, vibrador y algún juguete más.

El trayecto, a pesar de durar más de dos horas, se me hizo muy corto, íbamos charlando sobre nuestras vidas, nuestras experiencias, nuestras fantasías y yo me sentía cada vez más contenta de estar allí, en ese momento y con esa persona.

Llegamos a nuestro destino. Era una casita preciosa a las afueras de un pueblecito, a un lado teníamos una finca con caballos y al otro alguna vaca que otra, ambas estaban bastante alejadas por lo que la intimidad estaba asegurada.

Ese fin de semana nos acompañaba Arco, un perrito al que debíamos cuidar en ausencia de sus amos.

Al entrar lo primero que hicimos fue encender la chimenea y mover el sofá para centrarlo y poder disfrutar viendo como las llamas consumían la leña.

Había llevado una lamparita roja, la colocamos cerca del sofá y bajamos las persianas para dejar la estancia iluminada únicamente con la tenue luz que desprendía.

Aprovechando que aún no había anochecido, salimos a dar un paseo por la finca buscando rincones que pudiésemos utilizar para una sesión de fotos que haríamos por la mañana.

Estábamos rodeados de árboles, las tonalidades marrones de las hojas caídas hacían un bonito contraste con el intenso verde del musgo y pese al frío que hacía sabíamos que podíamos sacar unas fotos espectaculares.

Poco después entrábamos en la casa muertos de frío. No tardamos en deshacer las maletas y acomodarnos enfrente de la chimenea tapados con una manta.

Íbamos entrando en calor y a la vez nos desprendíamos de la ropa poco a poco. Nos excitábamos con cada prenda que caía al suelo y nuestras manos buscaban la piel que íbamos desnudando.

Ya habíamos acumulado el deseo necesario durante todo el día y no esperamos más.

Él se metió debajo de la manta y llego a mi sexo, su lengua me recorría saboreando mi humedad. Yo agarraba su cabeza mientras mi cuerpo se arqueaba y el orgasmo llegó rápidamente. Me subí encima de él y me metí su polla ansiosamente, me movía desesperadamente. Estaba claro que era un polvo rápido para desquitarnos, pero no por ello fue menos morboso.

Charlamos un rato antes de quedarnos dormidos y al despertar preparamos la cena y continuamos contándonos nuestras vidas.

Volvimos al sofá. Era grande y muy cómodo, y la calidez que daba la luz roja y el calor de la chimenea nos invitaba a tumbarnos constantemente y no querer salir de la estancia.




Recordé que tenía un cometido ese fin de semana. Joaquín, un amigo con el que tenía encuentros sexuales a menudo me hizo una petición:


- Me gustaría que me llamases cuando estéis follando, me pone cachondo oír como te follan y quiero escuchar como te corres con otro.


Me pareció buena idea, a mí también me pondría muy caliente saber que él me escuchaba mientras disfrutaba con otro.


- Sobre las once está bien, antes no puedo, estaré liado.

Así quedamos y así se lo hice saber a mi acompañante, que estuvo de acuerdo en acceder a los deseos de Joaquín.

Creo que contarle esto nos encendió de nuevo, de todos modos cualquier excusa era buena para empezar a jugar.

Empezamos a besarnos, a tocarnos. Busqué su polla, la tenía dura y
lamí su erección recreándome en cada movimiento, notando como palpitaba y saboreándole centímetro a centímetro.


- Me gusta tu polla, es casi perfecta.
- Ah sí? Dijo sin querer indagar más.
- Sí, me gusta comérmela.


Él simplemente sonrió y se dejo hacer.

Saboreaba su erección como si tuviese una piruleta en la boca, chupaba con ganas y le miraba a los ojos para que viese lo salida que me tenía. Notaba como eso le excitaba y a su vez, eso me excitaba a mí.

Despertaba gemidos cada vez más continuos en él y después de un buen rato haciéndole disfrutar con mi boca, me subí encima y me penetré.

Empecé a moverme totalmente excitada, notaba mi humedad en los muslos, empapaba su polla y sólo deseaba hacer explotar mi placer…o el suyo.

Él se levantó e hizo que me tumbase. Entró bruscamente en mí y empezó a moverse de la misma manera.

Yo quería seguir encima de él e intente resistirme, pero me agarro fuertemente las muñecas para impedir que me moviese.


- Déjame! Me quejé para intentar que se retirara.
- No!
- Por favor…quiero follarte yo.
- No, quiero hacerlo yo!
- Me haces daño…suéltame!
- Si te esta gustado. Estas empapada!
- Noooo, no quiero…no quiero que me folles.
- No!
- Quítate, no quiero que me folles.
- Si quieres zorra, sé que te gusta, estás chorreando!!
- Nooo, no me gusta.
- Cállate puta!!



Se lo pedí de una manera lastimera, suplicándole que me dejara, diciéndole que me hacía daño.
Pero no cedía a mis peticiones, por lo que utilicé otra táctica.


- Te he dicho que me dejes!!
- No zorra, no te voy a dejar!!
- Que no me gusta, cerdo!!
- Que no? Si eres una puta, claro que te gusta!
- Cuando me sueltes te voy a partir la cara, cabrón!
- Sí, lo que quieras, pero ahora quiero tu coño!!
- Pues tendrás mi coño ahora, pero te vas a arrepentir. No sabes con quién te la estás jugando.
- Que te calles, puta!!
- Voy a gritar!!
- Me da igual, nadie te puede oír, grita lo que quieras zorra.


Mis palabras no le hacían reaccionar, simplemente mi resistencia le ponía más cachondo. Yo me estaba empezando a cabrear, intentaba revolverme para soltarme. No paraba de decirle que me dejase mientras me retorcía queriendo impedir que siguiera. Lo único que conseguía era que me sujetase con más fuerza y que sus embestidas fuesen más salvajes.

Me sentía utilizada, una puta a su disposición, en medio del campo y a trescientos kilómetros de mi casa.
Tenía tres días para hacer lo que quisiera conmigo y por lo que veía no iba a desaprovechar la oportunidad de hacerlo y de obligarme si hacía falta.

Ya no sabía qué hacer, ni suplicándole ni intentando amenazarle conseguí nada. Así que decidí dejar que me follara a su antojo y que terminase cuando quisiera.

Ya no me resistía y cuando él se dio cuenta soltó una de las manos que me agarraban y la llevó hasta mi coño. Empezó a tocarme, sus dedos se abrían paso hasta que uno de ellos llego a mi clítoris y no pude evitar soltar un gemido al sentir el placer que me recorría.

- Ves? Te gusta, verdad zorrita?


Era evidente que ese gemido me habia delatado, pero yo seguía negándolo.


- No, no me gusta, me follas fatal, cabrón.
- Sí? Pues esos gemidos no me dicen lo mismo.


Intentaba seguir convenciéndole inútilmente, mis gemidos eran tan continuos que no podía terminar una frase sin que se notase que deseaba más.


- De verdad que no te gusta? Quieres que pare ahora?
- Noooo, no pares! Fóllame!!
- Ya sabía yo que una putita como tú no podía resistirse mucho tiempo.
- Sigue, asííí, sííí, me gusta. Dame más polla, por favor!


Ahora le suplicaba más, le pedía su polla dentro de mí, más fuerte.


- Eres muy puta verdad? Te gusta que te metan cualquier polla, a que sí?
- Sí, soy muy puta, y qué?
- Nada, me gustan las putitas como tú. Me gusta follármelas y que acaben pidiendo más.
- Quiero mááss, mááásss
- Toma más, puta! Eres una puta, putaaa, putaaaa, PUUTAAAA…


No dejo de llamarme puta hasta que la última gota de leche salió de su polla.
En pocos segundos tenía su cabeza entre mis piernas, su lengua en mi coño y sus dedos se hacían hueco hasta conseguir penetrarme.
Sabía que no iba a tardar en correrme, el juego me había puesto a cien. Sin planearlo, simplemente dejándonos llevar habíamos sacado lo peor de nosotros.

El éxtasis se apoderó de mí y un latigazo cargado de placer me recorrió, haciendo que mi cadera se levantase golpeando su cara. Él no paró, volvió a meter su lengua en mi coño y mi cuerpo se retorció una y otra vez. En ningún momento fui consciente de haber tirado los cojines ni de haber arrancado la funda del sofá, gritaba como una loca y me convulsionaba con cada descarga que su lengua provocaba.

Él consiguió llevarme fácilmente a ese estado. Mi cabeza se bloqueó, perdí el control y el placer se adueño de mis actos. Era evidente que sabía cómo tratar a una mujer, cómo manejar la situación a su antojo sin traspasar los límites y cómo dar por terminado el juego colocándose a mi lado, abrazándome y cuidándome mientras yo aún temblaba e intentaba recuperar la respiración y casi el sentido.

Cuando conseguí incorporarme no podía creer que yo sola hubiese hecho ese destrozo. Nos levantamos para ordenar, colocar el sofá y recoger la ropa que andaba desperdigada.

No duró mucho tiempo así, poco después abríamos una botella de cava, brindábamos por nuestro reencuentro y desatábamos nuestro deseo al calor de la chimenea.


- Tenemos que llamar a Joaquín!
- Bueno, sí…mañana! Ahora…déjate llevar!


Durante tres días charlamos, follamos, hicimos una fantástica sesión de fotos, follamos, comimos, charlamos, dormimos, follamos…definitivamente……nos dejamos llevar.


miércoles, 31 de diciembre de 2008

Dulce miel




Aún no conocía Encuentros y ese día decidimos salir a cenar y pasarnos por allí después para tomar una copa y ver el ambiente.

Al llegar nos acercamos a la barra, pedimos una copa de cava y Alex me cogió de la mano para enseñarme el local. La verdad, lo que veía no me gustaba demasiado, la gente no era muy atractiva, los espacios muy reducidos y había bastantes parejas por lo que no podíamos ni sentarnos.

Volvimos a la barra y allí estuvimos charlando un rato, poco después pasamos de nuevo buscando un hueco donde poder acomodarnos.

Por fin dejaron una cama libre y pudimos empezar a jugar. Junto a nosotros había una pareja en la que no había reparado antes. Ella morena, delgada y con un jersey de lana y cuello alto que no se quitó en ningún momento. Él, un chico rubio, alto, delgado y atractivo.
El chico empezó a tocarme y yo me dejé. Después de intercambiar algunas caricias nos fuimos acercando hasta que en unos minutos tenía su polla a mi merced, yo se la comía con ansia y Alex se dedicaba a la chica, eso sí, de cintura para abajo, ya que el resto era inaccesible. Hundía la cabeza entre sus piernas y su boca acariciaba el sexo de su nueva compañera de juegos. Poco después, ella se corría en la boca de Alex mientras yo seguía dedicada a dar placer a su chico.

- Me encanta, me encanta, mmmm…me encanta….

Me repetía una y otra vez lo que le estaba gustando. No dejaba de decirlo, parecía un disco rayado. Alex y la chica estaban disfrutando, ella tenía su polla en la boca y lamía con ganas.

Intenté distraerme mirándoles para dejar de escuchar lo maravillado que estaba el chico con mi trabajito, pero era imposible sus palabras se metían en mi cabeza y me estaba empezando a cargar la situación.

- Me encanta…
- Ya sé que te gusta, no paras de decírmelo!! - Le dije
- Como te llamas? Me pregunto él.
- Nyeri.
- Mmmmm siiii Nyeri...me encanta!! Me encanta!!!

Me retiré al instante, le miré y le dije:

- Esto me está aburriendo, me voy a pedir una copa.

La felicidad de su cara desapareció, se quedó algo desconcertado, pero no me paré a darle explicaciones.
Alex gemía, se retorcía, estaba disfrutando y me fastidiaba cortarles el rollo, pero en cuanto vio como me levantaba se incorporó para preguntarme si estaba bien.
Le dije que iba a pedir algo a la barra y que se quedase allí que volvería. Me acerqué a él y le susurré discretamente que no aguantaba al tío con el que estaba.

- Pues yo me voy contigo!!
- Quédate, a ti la chica te gusta.
- Ya, pero si no estas tú yo paso. Hemos venido juntos, no?

Nos dirigimos a la barra y mientras pedíamos la copa le contaba lo pesado que se había puesto el chico.

- Si el tío esta bien, es guapo, pero joder que pesadito con el “me encanta”
- Pues ella me quería.
- Jajaja cómo que te quería??
- Joder, me besaba y me abrazaba como si me quisiera.
- Ahora entiendo, es que nos han salido tan cariñosos…que nos ha parecido raro.

Seguimos charlando mientras nos tomamos la copa y volvimos a entrar.
Nos tumbamos donde habíamos estado con la pareja anterior, de ellos no volvimos a saber nada, aunque tal y como transcurrió la noche esto quedó como una mera anécdota para nosotros. Pasamos rápidamente de las caricias y los besos a follarnos como animales.


Era mi primera vez en Encuentros, el ambiente era muy distinto a lo que había vivido en Fusión en las dos ocasiones que había estado. Aquí había más gente, todos se arremolinaban buscando el poco espacio que quedaba libre en las camas, parejas, tríos, grupos, todos desataban su pasión de forma desenfrenada, y verme rodeada de tanta gente deseando complacerse, tocándose y gimiendo hacía que yo estuviese especialmente salida y dispuesta a cualquier cosa.


Alex me hablaba sin dejar de mover su polla dentro de mí. Me calentaba aun más y me llevó al punto de desear más.

- Quiero que me traigas un tío!!
- No!! Te voy a llevar al cuarto oscuro para que te soben todos.

Nunca me había gustado especialmente esa sala, la sensación de no saber quien me toca me ponía algo nerviosa, pero estaba dispuesta a dejarme hacer y me abandoné a sus deseos.

Me puse mi tanga, mi corpiño, mis zapatos de tacón y nos dirigimos al cuarto oscuro.

Alex se apoyó en la pared y yo me coloqué delante de él, nos besábamos al tiempo que sus manos recorrían todo mi cuerpo. Intentaba mirar a mi alrededor para saber quien se acercaba, pero la poca luz que había no me dejaba distinguir más que sombras cerca de nosotros.

De pronto noté como una mano manoseaba mi culo y poco a poco sus dedos se acercaron a mi coño. Me giré de manera que el chico pudiese tocarme a su antojo y así hizo. Sus dedos resbalaron hacia dentro y empezó a moverlos.

- Me está metiendo los dedos!!! Le dije a Alex.
- Te gusta, verdad?

En ese momento mi respiración se aceleró y ese miedo a no saber quien me tocaba se trasformó en morbo y placer. Me gustaba sentir una mano desconocida jugando dentro de mí.

Miré atrás, por lo poco que se podía apreciar era una pareja joven. Ella jugaba con él, mientras él seguía poniéndome cachonda con sus dedos.
Volví a mi posición para seguir disfrutando de dos hombres tocándome y seguí susurrando a Alex lo que me estaba gustando sentirme utilizada.

El chico sacó sus dedos y noté como su polla se restregaba contra mi culito, tras frotarse varias veces intentó metérmela. Un par de intentos hasta que se escuchó en la sala:

- Qué haces!!!! Ves? No me puedo fiar de ti!!! Siempre me haces lo mismo!!!

La pareja del chico que me tocaba se había puesto como una fiera y se lío a vocear delante de todo el mundo, por lo que todos dejamos nuestras ganas de seguir excitándonos para observar lo que sucedía...

- Pero si no he hecho nada!! Sólo la estaba tocando.

La chica salió de la sala y el intentó pararla cogiéndola del brazo, pero ella de un manotazo le apartó y se fue. El chico se giró hacia mí queriendo seguir en el punto donde me había dejado, pero supongo que la sensatez se apoderó de él y al final decidió seguir a su chica.

- Que ha pasado? Me preguntó Alex
- Ni idea, supongo que ella no le dejaba follar, no sé.

Nos miramos entre extrañados y divertidos y continuamos a lo nuestro.
La sala estaba llena de gente y poco después otras parejas nos rodeaban dispuestas a compartir su placer con nosotros.

El cuerpo de Alex era recorrido por otras manos, una chica se había fijado en él y desde atrás alargaba sus brazos e intentaba alcanzar su polla. Él se giró y ella empezó a besarle mientras yo me excitaba viendo la escena.

Me aparté un poco de Alex para que ella usase su nuevo juguete a su antojo. Ella seguía besándole, mientras él empapaba los dedos en su sexo excitado.
Aunque había poca luz se intuía la silueta de la chica, era alta y con un bonito cuerpo, parecía joven y atractiva y ver a los dos disfrutando de esa situación y el poder comprobar con mi mano que él estaba tremendamente excitado me daba más morbo del que nunca hubiese imaginado.

Ella reparó en mí y no sé por qué se lanzó a besarme salvajemente, estuve a punto de caer dado lo inesperado de su arrebato. Apoyé mi espalda en la pared y ella se dedicó a mí, me exploraba con sus manos y me besaba apasionadamente. Yo acompañé sus actos de la misma manera que ella hacía conmigo. Mis manos se hundían en su sexo, nuestros labios se rozaban y nuestras lenguas bailaban frenéticamente.

Mi mirada lasciva se clavaba en Alex, nunca me había sentido así, jamás una mujer había conseguido que yo me entregase a sus deseos de esa manera, estaba completamente salida y sabía que ver mi transformación le ponía muy muy cachondo.
Supongo que vernos tan entregadas hizo que mas gente se arremolinara a nuestro alrededor y pronto noté como varias manos me recorrían.



Enfrente de mí había una pareja entradita en años y también en kilos. Él no me quitaba ojo y poco a poco se fueron acercando hasta que alargando su mano él consiguió magrearme de una manera obscena. En otro momento le hubiera retirado la mano, incluso me hubiera largado del lugar muerta de asco, pero me sentía tan guarra que el hecho de verme usada de ese modo no hacía más que ponerme muy viciosa.

Mi compañera de juegos seguía explorándome, jugaba con su legua sobre mi cuerpo, y no tenía intención de dejarse ni un centímetro sin probar. Empezó a bajar recorriendo mis piernas con su boca, merodeando cerca de mi sexo hasta que su lengua se apoderó de él, un intenso placer me recorrió mientras lo único que pude hacer fue sujetar su cabeza y dejar mi cuerpo a disposición de los que me rodeaban.

Alex no dejaba de mirarme, se acercaba furtivamente a mis labios, me besaba y al separarse me susurraba:

- Te gusta? Te gusta como te lo come?
- Sí, me vuelve loca, lo hace muy bien.

Mis ojos se cerraban para hacer más fuertes las sensaciones. Sentía que varias manos anónimas me recorrían viciosas, llegaban a mi culo, bajaban por mis piernas, otras apretaban mis tetas y pellizcaban mis pezones buscando mi placer, ella seguía devorándome y Alex me susurraba toda clase de obscenidades al oído. Todo esto me hacía estremecer y experimentar una excitación desconocida para mí.

Abrí los ojos y levanté la cara de la chica consiguiendo que se incorporase para poder besarla, agarré su cintura sin despegar mis labios de los suyos y baje por su cuello, sus pechos y me dirigí directamente a su sexo.


Ni yo me creía lo que estaba haciendo, pero en ese momento ambicionaba tenerla para mí, quería saborear su dulce miel y no dudé en hundir mi boca en su coñito.
Lo hacía despacio, pasaba suavemente mi lengua por sus labios intentando ser delicada. Tenía un sabor que me gustaba, quizás algo perfumado, lo que lo hacía mas dulce. Me perdí en mi nueva experiencia dedicándome a degustar nuevos sabores y nuevas sensaciones.

Las manos que llenaban mi cuerpo habían cambiado de lugar, todos la tocaban a ella. Alex sobaba su culo y ella se arqueaba, alargaba la mano y buscaba la polla de Alex. Yo aceleraba mis movimientos, realmente era una sensación que me gustaba sobremanera, algo que nunca hubiese imaginado.

De pronto se giró y se acercó a su chico para hacerle algún comentario, luego se aproximó a Alex, le dijo algo que no pude escuchar y se fueron.
Yo no sabía lo que ocurría y simplemente esperé de pie colocándome el corpiño hasta que Alex me dijo:

- Me ha dicho que se iban a las camas y que si queremos acompañarles. Te apetece?
- Mmmm claro que si.

Mientras salíamos agarre a Alex del brazo reteniéndole un segundo y le dije:

- Se lo he comido! Se lo he comido! Y me gusta!!!!

Él solo pudo reírse al verme tan entusiasmada con mi nuevo descubrimiento.

Al salir del cuarto oscuro vi que ella y su acompañante, al que prácticamente no había visto, se habían acomodado justo en la cama mas cercana a la puerta. Ella se había tumbado frente al pasillo con las piernas abiertas, ofreciéndome una vista privilegiada.
Sólo tuve que acercarme, coloque mis rodillas sobre la cama y me tumbé encima de ella.

Me acerqué a su cara y por primera vez pude verla. Joven, unos 25 años, rubia y con unos preciosos ojos azules.

Comencé a besarla durante unos segundos, pero rápidamente me deslicé hasta su pecho y mordisqueé sus pezones, seguí mi recorrido por su esbelto cuerpo hasta llegar a mi propósito, su sexo. Metí la cabeza en su coño con intención de continuar donde lo habíamos dejado, quería seguir jugando con ella y quería seguir excitándome con su humedad.

Alex y su chico no hacían nada, sólo miraban y se excitaban con la imagen que ofrecíamos.

Esta vez el ansia me desbordaba y poco a poco fui acelerando el ritmo al mismo tiempo que ella intensificaba sus gemidos y acompañaba mis movimientos con sus caderas.

Dar placer a una mujer es algo que nunca había hecho y la sensación que me provocaba era totalmente desconocida para mí, nada parecido a tener a un hombre disfrutando a mi antojo.
Mientras mi lengua jugaba con su clítoris, mis dedos acariciaban sus ingles, recorrían sus labios y hacían incursiones hasta el interior de su coñito, primero un dedo y después otro, los sacaba y volvía a curiosear por los alrededores, siempre pendiente de la intensidad de sus gemidos que sabía, mis juegos provocaban.



Realmente era excitante vivir esa situación. De vez en cuando levantaba la cabeza y veía como la gente se paraba a disfrutar de la escena y algunos comentaban sobre lo morboso que era ver a dos chicas tan entregadas. Esto me calentaba aun más de lo que hacía rato ya estaba.

La chica se movió hasta alcanzar la polla de su acompañante, se la metió en la boca y comenzó a chupársela, sus gemidos no cesaban, sus caderas se movían cada vez más rápido y yo metí dos dedos en su coño siguiendo el ritmo de sus movimientos, mientras mi lengua se volvía loca saboreado la humedad de su sexo. Mi ojos se clavaban en su cara, estaba comiéndose esa polla totalmente desesperada y el chico le sujetaba la cabeza y hacía movimientos para metérsela hasta dentro.

Noté como me agarraban las caderas y abrían mis piernas a la vez que retiraban mi tanga, miré hacia atrás y Alex, al que hacía un rato había perdido de vista cogió su polla y me la metió, me la clavó sabiendo que mi sexo chorreaba y entraría sin dificultad. Yo me arqueé soltando un gemido y en ese momento nuestras miradas se cruzaron unos instantes. Sus ojos desprendían vicio, nunca le había visto tan excitado Yo seguí a cuatro patas y disfrute de ser follada mientras me comía mi primer coño.


Alex estaba totalmente salido, sus embestidas eran salvajes y no tardó en retorcerse dejando estallar su orgasmo. Se quedó unos segundos recuperándose y cuando se retiró vi como el otro chico ocupaba su lugar.
Me penetró y empezó a moverse, yo miré a Alex, quería que me viese, me sentía muy zorra siendo follada por otro mientras daba placer a la chica y estaba segura de que mi cara lo reflejaba. Encontré sus ojos y clave los míos diciéndole:

- Mira a tu puta, mira como se la follan!!!

Bajé la cabeza y continúe comiendo, lamiendo y saboreando ese coño como si me lo fueran a quitar. Poco después el chico se retiró, llevábamos bastante tiempo sin parar y yo me senté para descansar un poco.
La chica hizo lo mismo y llego la hora de las confesiones.

- Me ha gustado mucho, ha sido mi primera vez. Le dije
- La mía también.
- Ah si? En serio? Nunca habías estado con una mujer?

La chica había cambiado la expresión de su cara viciosa, salida y morbosa por una mirada tímida que no se atrevía a cruzar conmigo.

- Nunca había estado con una chica. Me dijo
- Pues a mí me ha gustado mucho, gracias.
- A mí también. Bueno, adiós!

Toda la conversación transcurrió sin que ella apenas me mirase a la cara, hablaba mientras se iba poniendo la ropa, los zapatos… como si de pronto le hubiese entrado prisa. Su chico se enrolló la toalla a la cintura y esperaba de pie a su lado.
Cuando terminó de vestirse me dió dos besos y se fue, su pareja no se despidió y no volvimos saber nada de ellos.

Alex se sentó a mi lado y poco a poco se fue echando encima de mí mientras me besaba haciendo que yo me inclinase hasta acabar totalmente tumbada.

En ese momento separó sus labios de los míos y los paseó por todo mi cuerpo hasta que una vez en mi sexo sacó su lengua y lamió una y otra vez hasta que consiguió que mis piernas se abrieran, mis rodillas se flexionaran y mi coño se humedeciera pidiendo más.

Y me entregué de nuevo. Él consigue que me entregue fácilmente con solo acercar su boca. Esta vez sólo buscaba mi placer, esta vez no lo compartiría con nadie y se dedicó a devorar, lamer, morder, besar, chupar y acariciar mi sexo… hasta que mi cuerpo comenzó a estremecerse y mis gritos y gemidos delataban mi primer orgasmo.

Aún estaba recuperándome cuando Alex empezó a follarme. Casi al mismo tiempo, noté como alguien rozaba mi brazo. Victoria, una brasileña encantadora y su marido, se habían animado a compartir con nosotros los últimos momentos de la noche.

viernes, 31 de octubre de 2008

Amantes



Eran las once de la mañana, mi móvil sonó avisándome de que tenía un sms: “¿Te vienes a comer?”

No dudé ni un segundo y contesté con un escueto “OK, a las 14’00”.
Comer era sólo la excusa para maquillar una cita meramente sexual, los dos lo sabíamos y los dos lo queríamos así, pero nos resulta más divertido no mostrar un deseo desbordado.

Poco más tarde de la una, subía a mi coche dirigiéndome a su casa en las afueras de Madrid. Vestía unos vaqueros y camiseta, cosa que no acostumbro a llevar para acudir a una cita de este tipo.

A la hora acordada hacía una llamada:

- ¿Me abres? Nunca recuerdo que letra es.

Cuando subo la puerta está entornada, abro y le encuentro al otro extremo del pasillo, lleva un albornoz e imagino que es lo único que le cubre

- Acabo de salir de la ducha.- Me comenta mientras se dirige hacia mí.

Entro a la cocina y dejo mis cosas encima de la mesa, al salir él ya está en la puerta, me rodea con sus brazos y comienza a besarme.
Yo le correspondo y nos fundimos en unos apasionados besos de bienvenida.

Se dirige a la habitación y le sigo. Mientras entro, me voy desabrochando el pantalón y me contoneo provocativa. Él me mira a través del espejo, me siento en la cama y continúo quitándome la ropa.

Totalmente desnuda me tumbo y le lanzo una mirada invitándole a seguirme. Él se quita rápidamente el albornoz y se tumba encima de mí, pega su cuerpo al mío y me besa.
Hacía mucho tiempo que no estábamos así, piel con piel, sin prisas, sintiéndonos, deseándonos…

- Cuánto tiempo sin tenerte así! Mmm... que a gusto estoy. Me dice mientras su mano recorre mi cuerpo.

Nos deleitamos en caricias y besos, pero nuestro deseo crecía cada vez más y yo me impacientaba por tener mi orgasmo.

Él se deslizó por mi cuerpo, me cogió las rodillas y abrió mis piernas hundiendo su cara entre mis muslos.


Su lengua empezó a jugar en mi coño, lo abría y me recorría dándome un placer que no podía contener. Mis gemidos asomaron tímidamente al principio y fueron creciendo al tiempo que mi placer aumentaba. Sus dedos me acariciaban suavemente y jugueteaban en mi culito hasta que uno de ellos decidió explorarme más a fondo. Me gustaba, me retorcía y movía las caderas acompasando sus movimientos.

Su lengua y sus dedos aumentaban la velocidad, y yo hacía lo mismo con mis gemidos. Mi cuerpo empezó a retorcerse, mis caderas se levantaban, mis uñas se clavaban en su brazo intentando soportar la descarga que me recorría, ya no gemía, gritaba.

El brutal orgasmo me dejó exhausta, sin poder moverme, con las piernas abiertas y jadeando tras los interminables minutos de placer desproporcionado.

Él levantó la cabeza, se supone que en ese momento el tendría que haberme penetrado, mi coño aún palpitaba y le gustaba hacerlo así. Nada más lejos, volvió a pasar la lengua por mi coñito, despacio, muy despacio, paraba y volvía a lamer mi excitación.

Casi sin fuerzas me retorcía otra vez, mis gemidos volvían y un nuevo orgasmo se apropió de mí. Intentaba apartar su cabeza de mis piernas, pero mi cuerpo no respondía y mis manos no tenían fuerza suficiente, no podía más.

Él estaba jugando con mi placer, paraba y cuando alzaba la mirada y me veía totalmente extenuada volvía a lamerme, despacio, una y otra vez, las réplicas del orgasmo llegaban cada vez que me recorría y cuando se cansó de utilizarme a su antojo se retiró, se quedó sentado en la cama mirando como yo me giraba colocándome de lado y encogiéndome como una niña indefensa.

En ese momento se puso detrás de mí y me penetró sin ningún cuidado, se movía rápido embistiéndome con fuerza y lo hizo hasta que yo me recompuse y empecé a moverme clavándome su polla con más fuerza.

- Sabes?? Deberías ofrecerme al novio de Laura, deberías dejar que él me folle como has hecho tú con ella.
- Quieres eso zorra?
- Sí!! Tienes que compensarle por lo que hiciste, quiero que me folle como él quiera y que cuando tenga su polla dentro de mí te llame como tú hiciste ese día.
- Eres una zorra!!! Le voy a llamar para que disfrute de ti, para que te folle por ser tan puta!!!



Siguió llamándome zorra una y otra vez, su excitación crecía cada vez que le provocaba diciéndole que me metería la polla de Álvaro en mi boca hasta que se corriese dentro, que me subiría encima de él y me movería hasta volverle loco, que me dejaría hacer de todo…

Su espalda se arqueó a la vez que su leche llenaba mi coño, notaba su calor dentro de mí y sus embestidas bajaron el ritmo mientras él saboreaba su orgasmo.

Se tumbó junto a mí, yo acariciaba su espalda mientras se recuperaba y poco después estábamos abrazados y besándonos.

- ¿Descansamos un rato? ¿Pongo el despertador? - Me dice él.
- Yo prefiero comer, calentamos la comida y después nos echamos la siesta si quieres, ¿vale?

Me levanté y me dirigí a la cocina.
En media hora nos metíamos en la cama otra vez, en esta ocasión la idea era descansar, pero empezamos a hablar.

- Parecemos amantes.
- ¿Sí?? ¿Por qué?
- Quedamos para follar a medio día, casi de manera furtiva....
- ¡Es verdad! No lo había pensado.

Seguíamos hablando, riéndonos por no haber podido aguantar las ganas de follarnos antes de comer.

Cada palabra suya iba acompañada de una caricia, pasaba su mano por mi brazo, después recorría mi pierna y poco a poco sus dedos se deslizaban por mi coño. Allí se detuvo, me tocaba despacio mientras la conversación continuaba, me abría el coño y mojaba sus dedos en mi excitación. Los dos seguíamos hablando, aunque yo no podía evitar soltar algún gemido, cada vez más continuos hasta que el placer se hizo tan intenso que sólo pude pronunciar una palabra:

- ¡Cómemelo!!!

No lo dudó, acercó su boca a mi coño y lo devoró con ganas hasta que mi placer estalló de nuevo.
Me penetró. Esta vez se movía despacio, lentamente mientras yo me corría al ritmo de sus movimientos.

- No lo hagas así, me dejas sin respiración...

Nuestra piel se acariciaba, nuestros brazos envolvían nuestros cuerpos y nuestros labios se buscaban. Ya no teníamos que apagar nuestro deseo desesperadamente, ahora nos dedicábamos a querernos, a sentirnos y a saborear cada segundo como si fuera el último, poco después fue así. El despertador sonaba y el encuentro tenía que acabar.

Nos despedimos en la puerta.

- Bueno, me voy.
- Ya te llamaré otro día.

Se me escapó una sonrisa, y una mirada cómplice expresaba un…
Hasta luego.